Para exalumnos y estudiantes del Colegio San Ignacio
La presencia de los primeros jesuitas en Antioquia data del siglo XVII: Fueron estudiantes del Colegio de San Bartolomé, de origen antioqueño, quienes motivaron dicha presencia pues esta región no podía sustraerse de tener una educación de calidad. Se cuenta también que el famoso misionero P. Alonso de Sandoval, estuvo por estos lares predicando. Pero sólo será hasta el siglo XVIII cuando en Santafé de Antioquia nos establezcamos. Todavía podemos apreciar el que fuera templo, casa de formación y el primer colegio que se fundara en 1727. No pudimos estar muchos años en esta comarca pues la Pragmática sanción de Carlos III, que ordenó nuestra expulsión de sus dominios, se hizo efectiva y tuvimos que dejar un territorio que auguraba un apostolado promisorio.
En Medellín, una vez restablecida la Compañía en el siglo XIX, tuvimos efímeras presencias, siempre truncas por las sucesivas expulsiones del país. Aquí vale la pena recordar que durante algunos meses en 1846 estuvimos al frente del Colegio Académico de Antioquia que tiempo después se convertiría en la Universidad de Antioquia.
De la última expulsión, regresamos en 1885 y lo hicimos desde Centroamérica, vía Panamá, pero ingresando por el sur del país. Esto explica por qué, por dos meses, el Colegio San Francisco Javier de Pasto es mayor en edad que nuestro Colegio San Ignacio, finalmente fundado el 11 de Diciembre de aquel año y el que nuestro primer rector haya sido un jesuita guatemalteco: el P. Rafael Pérez.
En el acta de fundación del Colegio el Gobierno de Antioquia se compromete a dar a los jesuitas el local y los jesuitas se comprometen, a su vez, a educar gratuitamente estudiantes de secundaria. Así las cosas, en el centro de la ciudad, en la que hoy se conoce como Plazuela de San Ignacio, se ocuparon las vetustas instalaciones coloniales que había comenzado a levantar Fray Rafael de la Serna en 1803, en su condición de Padre Fundador del Convento franciscano. Allí, el 4 de febrero de 1886 se iniciaron propiamente las actividades académicas con 200 estudiantes, 30 de los cuales eran internos.
Abierto el Colegio, se pidió a la Curia Episcopal se diera a los jesuitas la contigua iglesia de San Francisco. La recibimos en estado deplorable, pues desde la guerra civil del general Mosquera, había servido de cuartel y de pesebrera. Los Padres y sus amigos se dedicaron a limpiar, a arreglar, a dotarla de lo necesario para el culto. El 29 de julio de 1886 la bendijo el Señor Obispo y el 31, Fiesta de San Ignacio, celebró la Misa Pontifical con asistencia del alumnado.
Será en 1891 cuando se gradúe la primera promoción de seis bachilleres, fruto de estos años de apostolado educativo: Gabriel Arango Mejía, Antonio J, Cano, Francisco Hernández, Miguel Martínez, Eliseo Restrepo y Maximiliano Valenzuela.
Entre 1928 y 1933, se dieron los pasos iniciales para formar la primera tropa scout del colegio, el Grupo IV, que ha funcionado ininterrumpidamente hasta el día de hoy.
En 1954 se colocó la primera piedra del nuevo Colegio en el sector de El Estadio y en 1955, con 168 niños, se fundó la Sección Infantil en Miraflores con el apoyo invaluable que prestarían las religiosas españolas Siervas de San José hasta 1979. A finales de 1956 se hace el traslado del “colegio de mayores” a la nueva sede y se inician clases el 23 de enero de 1957.
Hasta 1967 y después de 82 años de existencia funcionó el internado y en 1969 se abrió el Bachillerato Nocturno que con un claro sentido social educó jóvenes generaciones de extracción popular hasta 1996. En 1974, después de la visita de su inspirador, el P. Pierre Faure, se inició la puesta en práctica de la Educación Personalizada, un enfoque pedagógico y también una didáctica que subsiste hasta nuestros días.
En 1984 se creó la sección del preescolar, con aulas dotadas para 150 estudiantes en la sede del Velódromo, lugar a donde desde mediados de los años 60 se habían trasladado las Infantiles del Colegio. También en este año se adquirió la finca Balcones para convivencias y retiros. En 1985 los estudiantes comienzan a usar uniforme.
Las actividades artísticas han ocupado un lugar relevante en nuestra tarea educativa, la más reconocida es el Festival de Coros y Conjuntos que para este momento ya prepara su 36ª versión y el Encuentro Anual de Teatro Escolar Infantil que va ya por su 19ª versión.
1994 no se olvidará por el arribo de las mujeres a nuestro colegio, tradicionalmente de educación segregada masculina: Una mujer asume por primera vez la Dirección Académica del Colegio y con 25 niñas y 122 niños se inició la experiencia de la coeducación en el nivel preescolar y en forma gradual. Esta primera promoción coeducativa se proclamó bachiller en el año 2006.
31 rectores ha tenido el Colegio de los cuales 10 fueron extranjeros (7 españoles, 2 guatemaltecos y 1 hondureño) y 21 fueron colombianos (11 antioqueños, 5 bogotanos, 3 caldenses, 1 nortesantandereano y 1 nariñense). Actualmente tenemos 1800 estudiantes y un poco más de 300 personas laborando como educadores en la docencia y la administración.
Miles de exalumnos han egresado de nuestras aulas, más entre ellos hay que destacas a decenas de hombres ilustres de nuestro país: 2 presidentes de la República (Mariano Ospina Pérez, bachiller en 1907 y Alvaro Uribe Vélez, estudiante entre 1959 y 1963), 3 Obispos (Gerardo Martínez, Angel María Ocampo y Rodrigo Mejía), Ministros, Gobernadores, Alcaldes, literatos, matemáticos y científicos, filósofos, médicos, arquitectos, educadores, sacerdotes y religiosos (8 de ellos Provinciales Jesuitas), artistas, empresarios, deportistas, en fin, gente de bien.
Finalmente, entre los importantes galardones que ha recibido nuestro Colegio como reconocimiento a su encomiable apostolado educativo destacamos: La Cruz de Boyacá y la medalla Honor al Mérito Educativo, concedidas por la Presidencia de la República (1971); la Medalla Simón Bolívar del Ministerio de Educación Nacional (1986); las Medallas Pedro Justo Berrío (Gobernación) y Porfirio Barba Jacob (Alcaldía); la Orden del Congreso de la República, la Medalla Juan del Corral del Concejo de Medellín, la Certificación ISO 9001-2000 por el ICONTEC, el premio a la Excelencia Educativa de la Secretaria de Educación y el Mercurio de Oro, máximo galardón que otorga FENALCO, todas ellas otorgadas en 2005; el distintivo de Responsabilidad Social por Fenalco-Solidario y Colegio de Alto Nivel Académico por el Tecnológico de Monterrey de México en 2006; el Premio Ciudad de Medellín a la Calidad de la Educación como Mejor Institución Educativa Privada de la ciudad, otorgado por la Alcaldía de Medellín en 2007; el reconocimiento como Empresa Ejemplar en América Latina por su Responsabilidad Social por el Centro Mexicano para la Filantropía de México-CEMEFI, 2009, y el Reconocimiento al Mejor Colegio del País en Pruebas de Estado en el período 2000-2008 por el Ministerio de Educación Nacional que será entregado en diciembre de este año.
Todo lo anterior han sido datos para una breve presentación histórica, mas lo más importante del Colegio San Ignacio, es el ser fiel a la misión evangelizadora que la ha confiado la Compañía de Jesús, con un norte claro: servir a la fe y promover la justicia; el seguir las grandes directrices de nuestros documentos educativos corporativos (Parte IV de las Constituciones, Ratio Studiorum, Características de la Educación de la Compañía de Jesús, Pedagogía Ignaciana: un planteamiento práctico); el articularse en red con otros colegios católicos y jesuitas (CONACED, FLACSI y ACODESI); el conservar los valores tradicionales y a la vez estar a la vanguardia; y el insertarse en el contexto regional buscando dejar una impronta como escuela católica.
Como colofón, dejemos que sea el señor Presidente de la República, Doctor Alvaro Uribe Vélez, quien nos ofrezca su concepto de nuestro Colegio:
“Nuestra nación ha sido edificada sobre el cimiento de los valores cristianos. Nuestro concepto de humanismo se nutre de los principios evangélicos más sublimes: la dignidad e inviolabilidad de la persona humana, creación divina y sujeto del amor de Cristo; el respeto hacia el otro, aunque sea diferente; y la solidaridad hacia los que sufren, hacia los más necesitados y vulnerables. El Colegio San Ignacio, recoge estos valores y se erige como un faro que indica el camino a recorrer. Reconocemos su permanente labor evangelizadora, su contribución para afianzar en el corazón de tantos colombianos la fe como fundamento sólido, y sobre todo, su indeclinable vocación educadora, que lo ha convertido en estandarte de los valores humanos, éticos y cristianos, como lo testimonian sus egresados”.
José Leonardo Rincón, S.J.
Rector, 2003-2009